Se acabó el maná
Josman Proudinat | 2024-07-14
Para recibir grandes bendiciones, debemos adoptar la mentalidad de semilla, valorando las oportunidades que Dios nos da para crecer y fructificar. Jesús es un ejemplo de semilla plantada, cuya muerte produjo una abundante cosecha de salvación. Las bendiciones mayores requieren esfuerzo y fe en el proceso.
Muchas veces pedimos cosas a Dios y esperamos recibirlas de forma instantánea, como el maná, cuando en realidad Dios quiere darnos en forma de semilla para que crezca y fructifique. La mentalidad de maná se basa en recibir el sustento diario sin esfuerzo, mientras que la mentalidad de semilla implica trabajo, paciencia y fe en el proceso de crecimiento.
El maná, como se describe en Éxodo 16:14-21, era la provisión diaria de Dios para los israelitas en el desierto. Representa el cuidado divino sin requerir esfuerzo, proporcionando lo justo y necesario pero sin permitir crecimiento o abundancia. Este tipo de provisión satisface las necesidades básicas sin llevar a un desarrollo mayor.
Por otro lado, la naturaleza de las semillas, basada en Marcos 4:26-29, implica un proceso de crecimiento que empieza pequeño pero tiene el potencial de producir una cosecha abundante. Dios proporciona en forma de semilla, esperando que se siembre, cuide y eventualmente se coseche. Este proceso requiere fe y disposición para trabajar y esperar. Las semillas representan oportunidades y promesas que, aunque pequeñas al inicio, pueden transformarse en grandes bendiciones.
Para ver grandes bendiciones, debemos adoptar la mentalidad de semilla, entendiendo que las respuestas de Dios a menudo vienen en forma de oportunidades y no de resultados instantáneos. Además, subraya que muchas bendiciones se pierden porque no se reconocen las semillas ni se sigue el proceso de crecimiento necesario.
La importancia de este cambio de mentalidad radica en el hecho de que las grandes bendiciones de Dios requiere esfuerzo y paciencia. Jesús mismo es presentado como la semilla plantada por Dios, cuya muerte produjo una abundante cosecha de salvación. La lección es que debemos estar dispuestos a sembrar y pasar por el proceso de crecimiento para recibir las bendiciones completas de Dios.
Últimas Predicaciones
Derribando los muros
Los obstáculos en nuestras vidas, como problemas financieros o relaciones rotas, representan "muros" que debemos superar para cumplir las promesas de Dios. La historia de la caída de los muros de Jericó muestra que la fe y la obediencia a las instrucciones divinas, aunque a veces parezcan ilógicas, son esenciales. A través de la perseverancia y la obediencia, incluso cuando no vemos resultados inmediatos, podemos derribar estos muros. La vida de Jesús, quien venció el pecado y la muerte, ejemplifica cómo, mediante la fe y la obediencia, podemos superar cualquier barrera y alcanzar las promesas divinas.
Se acabó el maná
Para recibir grandes bendiciones, debemos adoptar la mentalidad de semilla, valorando las oportunidades que Dios nos da para crecer y fructificar. Jesús es un ejemplo de semilla plantada, cuya muerte produjo una abundante cosecha de salvación. Las bendiciones mayores requieren esfuerzo y fe en el proceso.
7 enemigos de la conquista
Las promesas de Dios requieren conquista, como ilustrado en el pasaje bíblico donde Dios expulsa siete naciones para que Israel tome posesión de la tierra: Cananeos, Hititas, Heveos, Ferezeos, Gergeseos, Amorreos y Jebuseos. Alegóricamente, estas naciones representan siete espíritus que impiden alcanzar nuestro destino. Cada nación simboliza un obstáculo: los Cananeos representan pecados persistentes, los Hititas el temor paralizante, los Heveos el veneno del chisme, los Ferezeos la falta de construcción, los Gergeseos la superficialidad, los Amorreos la rebeldía y los Jebuseos el abuso de los vulnerables. Solo con la intervención divina podemos expulsarlos y avanzar espiritualmente.